De los 4,38 millones de personas con discapacidad declarada en España, 106.000 son menores de 15 años, según datos del INE. La infancia y la adolescencia son dos etapas fundamentales para el desarrollo de las personas, y concienciar sobre la discapacidad resulta de gran importancia para enseñar a los más pequeños a interactuar de manera respetuosa y empática en un mundo diverso e igualitario.

La sensibilización y el conocimiento fomentan la inclusión, reducen el estigma y favorecen el respeto entre las personas desde su edad más temprana. En este sentido, cualquier escenario es bueno para educar en materia de discapacidad, aunque quizá el aula sea el mejor punto de partida. Así ha llegado hasta los colegios el Proyecto 3IES: Inclusión, Ilusión, Igualdad llevado a cabo por Integra CEE, el Centro Especial de Empleo filial de Clece.

Se trata de una acción de divulgación sobre la discapacidad dirigida a estudiantes de Educación Infantil, Primaria y ESO, cuyo objetivo es ofrecer al alumnado una visión de la diversidad libre de prejuicios que permita identificar los obstáculos y actitudes negativas que afectan a las personas con discapacidad.

El proyecto 3IES está liderado por el equipo técnico de la Unidad de Apoyo a la Actividad Profesional de Integra CEE, una empresa que surgió en 2001 para promover la inclusión sociolaboral de personas con discapacidad. Este tipo de actividades forma parte del compromiso social de la compañía, que siempre ha realizado campañas de concienciación dirigidas a adultos.

Como novedad, el proyecto 3IES está enfocado en los más pequeños, con la ambición de empezar una “cadena de sensibilización”, tal y como lo ha definido Cristina Castresana, técnica de Proyectos de la Unidad de Apoyo a la Actividad Profesional de Integra CEE. “Si concienciamos en discapacidad a los niños y niñas, ya van conociendo lo que es un centro especial de empleo, que las personas con discapacidad podemos trabajar en igualdad de condiciones que el resto… Y se lo van a contar a otros niños y niñas de su entorno, a sus padres y familiares, convirtiéndose en embajadores de la sensibilización sobre discapacidad”.

Les hace más sensibles al día a día”

¿Cómo se empieza esta cadena? El proyecto 3IES consta de una primera fase en la que se realizan actividades de diversos tipos en los centros escolares. Charlas, cuentacuentos, prácticas de deporte adaptado y rutas de sensibilización, a través de las cuales el alumnado tiene la ocasión de ponerse en el lugar de personas con discapacidad e identificar los obstáculos a los que se enfrentan en su vida cotidiana.

En las actividades, impartidas por el equipo técnico de Integra CEE, “se explica en qué consiste cada una de las discapacidades, qué dificultades encuentran las personas en el día a día y por qué es importante ponerse en su lugar”, explica Kesia Conesa Casallas, tutora de 5º de Educación Primaria en el Colegio San Ignacio de Loyola de Las Palmas.

La profesora cuenta cómo niños y niñas enseguida “se metieron en el papel”. “Lo disfrutaron un montón. Se tuvieron que ver en la tesitura de subir y bajar escaleras como personas ciegas (con los ojos vendados), o tener que buscar el camino más corto para ir con la silla de ruedas. Luego, incluso, empezaron a comentar las dificultades que ellos veían que ocurrían en la calle”, continúa.

Kesia resalta que, cuando desde Integra CEE les propusieron la actividad, les pareció muy interesante. Sobre todo porque “no consistía solo en explicar cada una de las discapacidades, sino también en ponerse en el lugar de una persona con discapacidad”. El hecho de que los estudiantes tengan que representar un papel “les hace más sensibles al día a día y, al final, les educa para que, cuando venga una persona que está sufriendo algún tipo de dificultad, sean ellos mismos los que se ofrezcan a ayudar. También naturalizan todas estas dificultades, de manera que no lo ven como algo raro en clase”, agrega la profesora.

Una maleta llena de enseñanzas

El proyecto 3IES busca convertirse en “un gran viaje”, comenta la técnica de Integra CEE, Cristina, de manera que, tras las sesiones presenciales en los colegios, tratan de mantener el contacto con cada centro para que sean estos los que continúen con las actividades de sensibilización.

Para ello, en los centros se deja un mural donde se representa una maleta. “La idea es que entre toda la clase consigamos llenar esa maleta, cumpliendo una serie de retos. Lo que hacemos es dejar una lista de deberes, una checklist, para que el alumnado tenga que fijarse, por ejemplo, en las barreras arquitectónicas de su entorno, personas a su alrededor que crean que necesitan un apoyo, señalética…”, explica Cristina.

El proyecto está aún dando sus primeros pasos, pues se inició en 2023, pero ya ofrece muestras de la aceptación que está teniendo en los colegios e institutos. El año pasado se llegó a 19 centros educativos, que han aumentado hasta los 25 en lo que llevamos de año y ya suma cerca de 2.000 participantes.

En lo que al alumnado respecta, señala Cristina, “la respuesta es alucinante, porque se dan cuenta de lo importante que es esto. Y ahí ves que merece la pena el esfuerzo, que sí sirve”. Este tipo de acciones de sensibilización tienen un impacto que puede ser muy duradero y, en el mejor de los casos, se convertirá en un aprendizaje que acompañe a estos niños y niñas a lo largo de toda su vida.