De izquierda a derecha: Achim Post, Pedro Sánchez, Matteo Renzi, Manuel Valls y Diederik Samsom en Bolonia en 2014

De izquierda a derecha: Achim Post, Pedro Sánchez, Matteo Renzi, Manuel Valls y Diederik Samsom en Bolonia en 2014 Efe

Reportajes

Pedro Sánchez, contado por los 'camisas blancas': de "socialista moderno" a caer en el "sectarismo"

La foto de 2014 muestra a un grupo de socialistas reformadores. El español, el único superviviente, es retratado por algunos de sus viejos colegas.

4 mayo, 2024 02:01

Hay fotos que uno guarda con cariño en la cajita de los recuerdos con la idea de que nos saquen una sonrisa si es que algún día las volvemos a ver. Lo más normal es que se queden allí encerradas, que las olvidemos, y si alguien las desempolva sólo será para mofarse de las pintas que teníamos. Con los políticos no ocurre lo mismo, a ellos las fotos antiguas se las sacan de cuando en cuando como muestra de lo que fueron y ya no son. A Pedro Sánchez, que ha tenido tantas vidas, le pasa a menudo. Existe una imagen de juventud en la que luce, junto a una serie de camaradas, como aspirante a socialista del futuro. Los llamaron el club de los ‘camisas blancas’

La instantánea se tomó en Bolonia, en septiembre de 2014, hace ya casi 10 años.  En ella aparecen los flamantes líderes de la socialdemocracia del momento con un blanco impoluto, limpio, fresco, moderno y presentable. Representaban una especie de versión renovada de Tony Blair y su 'tercera vía'. Contra la amenaza incipiente de una izquierda con aires revolucionarios, una imagen moderada; frente a la derecha que presume de gestión, la búsqueda del centro. Con ustedes, los emprendedores del centroizquierda. 

El acto en sí era la Fiesta de l'Unità, un baño de multitudes que tradicionalmente celebraban los comunistas italianos, pero que ahora corría a cargo del socialdemócrata Partido Democrático (PD). Toda una metáfora del paso del tiempo. El anfitrión era Matteo Renzi, que a sus 40 años acababa de convertirse en el primer ministro más joven de la historia de su país y aún saboreaba el 40% de los apoyos que su formación consiguió en las elecciones europeas de ese año. Su asalto al PD fue todo un golpe de estado contra la vieja guardia del partido, frente a quien se presentó como un “desguazador”

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Pedro Sánchez estaba en la oposición, aunque acababa de ganar las primarias en el PSOE con un mensaje similar, sucediendo a Alfredo Pérez Rubalcaba. “Tengo dos referentes en mi propio partido, en España y en Europa. Para mí son referencias Felipe González y Matteo Renzi. Ambos han reunido dos cualidades: ser de izquierdas y ser reformistas”, decía entonces el líder del PSOE. Y así se presentó en Bolonia, donde lo bautizaron como 'Pedro, il bello', con una imagen aún más desenfadada que sus colegas. Un botón más de la camisa desabrochado, el único en tejanos, pose de estar ahí para perdurar. 

En el extremo izquierdo aparece Achim Post, líder del SPD alemán, el único que pertenece a otra hornada política; del lado derecho, Diederik Samsom, jefe del Partido Laborista holandés; y en medio de la foto, mostrando de nuevo esa centralidad, Pedro Sánchez, Matteo Renzi y Manuel Valls. “Francia, Italia y España, los tres latinos representábamos una nueva generación del socialismo moderno”, afirma en conversación con EL ESPAÑOL el entonces primer ministro francés. 

Matteo Renzi saluda a Carme Chacón, entonces secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, con Sánchez de fondo

Matteo Renzi saluda a Carme Chacón, entonces secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, con Sánchez de fondo Partido Democrático italiano

Manuel Valls era también nuevo en el cargo. Meses antes el presidente François Hollande, compañero en el Partido Socialista francés, le había encomendado la tarea de formar un gabinete y liderarlo como primer ministro. Al igual que hizo con Renzi, Valls asegura que Pedro Sánchez también lo veía a él como un modelo a seguir. “Yo ya lo conocía de antes, siempre hemos tenido una relación de simpatía y amistad con los secretarios generales del PSOE. Y cuando él fue elegido, escribió un artículo diciendo que Manuel Valls era una de sus referencias”, sostiene el político hispanofrancés al teléfono. 

En Madrid, mientras, gobernaba el PP. “Cada vez que hablaba con Mariano Rajoy le decía que iba a ver a Sánchez. Y él me respondía que sí, que era muy importante mantener una buena relación con el PSOE ante el auge que estaba demostrando ya Podemos. De ahí que hubiera que demostrar esa imagen de izquierda reformadora que estaba lista para gobernar”, agrega Valls. 

El exprimer ministro galo no veía a Sánchez “como alguien especialmente idealista”, pero sí como un “chico joven, moderno, con ganas de sostener al PSOE como referencia de la izquierda”. 

- ¿Alguien especialmente ambicioso? 

- ¿Ambicioso? Claro, por supuesto, imagínate Renzi y yo en aquel momento. Ambiciosos éramos todos.

De izquierda a derecha: Federica Mogherini, Manuel Valls, Matteo Renzi y Pedro Sánchez en la Fiesta dell'Unità de 2014

De izquierda a derecha: Federica Mogherini, Manuel Valls, Matteo Renzi y Pedro Sánchez en la Fiesta dell'Unità de 2014

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Resiliencia

Para Diederik Samsom, sin embargo, había uno por encima del resto. “Teníamos bagajes y responsabilidades distintas -oposición, gobierno de coalición, partido de gobierno-, aunque la foto cuenta la historia: hubo una verdadera conexión. Pero Sánchez era ambicioso, muy ambicioso, algo que ha ido en aumento con el paso del tiempo. Y ahora, viéndolo con perspectiva, puedo añadir algo más: tenía más energía que el resto”, responde el político holandés a través de correo electrónico. 

En Bolonia Sánchez tuvo el arrojo de leer en un italiano errático -aunque comprensible- un comunicado en el que se presentaba junto a sus colegas como los únicos capaces de “cambiar el rumbo de la política económica de la UE”, en tiempos de austeridad. Samson considera que su colega español ya combinaba entonces “un estilo audaz con una sofisticada estrategia política”. 

Pero realmente hubo poco tiempo para cambiar las cosas. Dos años después de aquel mitin, en 2016, se produjo la gran hecatombe de los ‘camisas blancas’. Renzi dimitió como jefe de gobierno tras perder un referéndum constitucional que presentó como un referéndum sobre su figura, Valls también dejó el puesto de primer ministro para aspirar a las primarias socialistas en las que cayó derrotado, Samsom fue relevado al frente de su partido y a Post ya lo habían desplazado previamente. Ese fue el año en que Sánchez no pudo pactar a la vez con Ciudadanos y Podemos, se negó a facilitar la investidura de Mariano Rajoy y terminó entregando el acta de diputado

A Renzi y a Valls les superó la ambición. Pero Sánchez desafió ese mismo sentimiento y en 2017, contra todo pronóstico, recuperó la secretaría general del partido. Su vida política todavía estaba por comenzar; el resto, ya lo conocen.

“Las carreras tienen una vida corta, especialmente cuando apuestas fuerte, como Renzi, Sánchez, Valls o como yo. Él es especialmente bueno en eso y de ahí que pueda seguir sirviendo como inspiración para una nueva generación de jóvenes socialdemócratas europeos, como [el eurodiputado] Raphäel Glücksmann en Francia o [la nueva líder del PD] Elly Schlein en Italia”, apunta Diederik Samsom. Él ha pasado varios años asesorando a distintos líderes en el Parlamento Europeo y acaba de dimitir como jefe de gabinete del comisario de Acción por el Clima, Wopke Hoekstra.

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Camino al centro

No es el único que abandonó esa fuerza con la que los ‘camisas blancas’ iban a cambiar los designios de Europa. Tras arrastrar durante años al PD a unos resultados cada vez peores, en 2018 Matteo Renzi decidió abandonar la secretaría general de los socialdemócratas para fundar poco después un partido de centro llamado Italia Viva. Su representación es testimonial, aunque debido al complejo sistema de equilibrios del parlamentarismo italiano en los últimos años Renzi ha conseguido utilizar su influencia para poner y quitar gobiernos. 

Él, que siempre tendió más al centro liberal que a la izquierda, apostó por un pacto entre PSOE y Ciudadanos. “Creo que habría sido bueno para España, pero había elementos de naturaleza personal que lo impedían. Yo soñaba con una alianza, pero creo que es más fácil que se pongan de acuerdo el Real Madrid y el Barcelona a que lo hagan Pedro y Albert”, reconoció el político italiano antes de las elecciones generales de 2019 en España. Los caminos de Renzi y Sánchez se separaron, al igual que pasó con Albert [Rivera], y ahora las relaciones entre el español y el italiano son inexistentes. 

Matteo Renzi y Pedro Sánchez posan antes de mitin de 2014

Matteo Renzi y Pedro Sánchez posan antes de mitin de 2014 Partido Democrático italiano

Lo mismo que sucedió con Manuel Valls. Tras su intento frustrado de liderar a los socialistas franceses, el político de origen catalán primero se sumó a la República en Marcha de Emmanuel Macron y más tarde se postuló en coalición con Ciudadanos a la alcaldía de Barcelona, donde fue concejal entre 2019 y 2021. “Me sorprendió mucho que tras esa relación que teníamos, cuando volví a Barcelona no volví a tener ningún contacto con Pedro Sánchez. Nada, ni un solo mensaje, nada, nada”, lamenta.

“En ese lapso de tiempo vi cómo se produjo un giro ideológico y su referencia parecía ser entonces Jeremy Corbyn [del ala más izquierdista del Partido Laborista británico]. Había asumido las tesis de Pablo Iglesias y comenzó a utilizar la confrontación como argumento político. Se refería a la gente de Ciudadanos casi como si fuésemos fascistas”. 

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Manuel Valls sigue la deriva de la política española y estos días ha prestado especial atención al amago de dimisión de Pedro Sánchez tras el que anunció “seguir, con más fuerza si cabe”. “Ha implantado una forma de sectarismo como método de acción política. Aunque lo que más me preocupa es esa búsqueda constante del enemigo, ese estilo personalista y ese populismo de izquierdas que tienen que ver muy poco con la socialdemocracia”, concluye el viejo colega. 

Como hizo con tantos otros, realmente Pedro Sánchez también enterró a los ‘camisas blancas’. Guarda la foto al fondo del armario, en el mismo lugar en el que acumula naftalina ese atuendo tan joven y ahora tan viejo. Su camisa fetiche en estos días es de color vaquero. Un nuevo estilo para un líder acostumbrado de sobra a transformarse.